ÁREA DE FILOSOFIA. GRADO ONCE
GUÍA Nro. 1. EPISTEMOLOGÍA DE LA MODERNIDAD
GUÍA Nro. 1. EPISTEMOLOGÍA DE LA MODERNIDAD
EL
PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
LA
EPISTEMOLOGÍA
Problemas sobre el concepto de verdad, la
relación con la realidad, etc. La Epistemología es la rama de la filosofía que
estudia el conocimiento, porque de hecho la palabra episteme significa, en
griego, conocimiento. De la misma manera, por ejemplo, la rama de la filosofía
que estudia la conducta moral de las personas, y las nociones acerca del bien y
del mal, se le llama Ética.
Al hilo de la explicación psicológica de la
conducta humana realizada en el apartado anterior, nosotros ya podemos
plantearnos algunos problemas epistemológicos. Por ejemplo:
(1) El primero de los problemas que vamos
a tratar será el de la relación entre el conocimiento y la realidad. ¿Qué
relación existe, por lo tanto entre el mundo tal y como se me aparece, tal y
como lo percibo yo, y el mundo tal y como es en realidad? ¿Tiene sentido hablar
del mundo tal y como es en realidad? ¿No será el mundo exactamente tal y como
yo lo percibo? (2) Otro problema epistemológico que se nos planteó fue el de la
verdad: ¿tiene sentido hablar del concepto de verdad? Si para cada animal la
percepción verdadera es la suya, ¿puede haber varias verdades diferentes y
opuestas (por ejemplo: para un perro la realidad es “en blanco y negro” y para
un ser humano “en color”)?
(3) Por lo que aprendimos, ya vemos que la
actividad psicológica humana no es meramente pasiva frente a la realidad que la
está estimulando. Hay una compleja relación entre un sujeto que conocer y un
objeto a conocer, entre la razón humana y la experiencia recibida del mundo
exterior. ¿En cuál de estos dos polos está el origen del conocimiento? ¿Cuál es
el fundamento del conocimiento humano: la experiencia externa al sujeto, o la
mente racional del sujeto? (Dicho sea de paso volverá a aparecer el problema de
la verdad, al hablar del racionalismo y el empirismo y asociado directamente a
un famoso problema epistemológico, el llamado problema de la inducción: ¿será
posible que no podamos estar seguros de nada de lo que aprendemos de la experiencia?
¿Será posible que el ser humano no pueda nunca obtener conocimiento verdadero,
o estar verdaderamente convencido de la seguridad de su conocimiento? También
sobre estas cuestiones hay muchas cosas que comentar, aunque de momento nos
estamos adelantando.)
(4) ¿Cómo se las arregla el cerebro
humano, que en principio sólo está compuesto de una enorme cantidad de neuronas
interconectadas con la capacidad de transmitir corrientes eléctricas, para
hacer representar en nuestra cabeza percepciones con sentido, conceptos e
imágenes mentales y, en última instancia, construir una mente autoconsciente?
¿Qué hay en él de especial? ¿Qué es la mente humana? ¿En qué consiste la auto
identidad del ser humano como ser pensante? ¿Y cómo esta mente nuestra se puede
enfrentar a la realidad? Todas estas cuestiones son claramente filosóficas y
epistemológicas, aunque hoy en día, desde el campo de la psicología de la mente
y de la neurofisiología, la perspectiva filosófica está comenzando a ser
superada. En cualquier caso, serán materias que no trataremos aquí.
REALISMO,
DOGMATISMO, ESCEPTICISMO Y RELATIVISMO.
NOCIONES GENERALES
Gnoseología
Del griego "gnosis" (conocimiento) y
"logos" (discurso). Término con el que se designa la teoría del
conocimiento, y parte de la filosofía que tiene por objeto la delimitación y
definición de lo que es "conocimiento" y el estudio de sus
características y límites. http://www.webdianoia.com
Epistemología
Definición:
Entendemos aquí por «epistemología» aquella rama de la filosofía que se ocupa
del conocimiento científico. Es frecuente que, especialmente en las
instituciones académicas de habla española, el término «epistemología» se use
como sinónimo de «teoría del conocimiento» (en general). Sin embargo, nos
restringiremos aquí a la epistemología como estudio de una forma específica de
conocimiento, a saber, la ciencia. Esta comprensión de la epistemología es la
mas adecuada también desde el punto de vista filológico, puesto que la palabra
griega episteme se refería, no a cualquier forma de conocimiento, sino
aproximadamente a lo que hoy entendemos por ciencia. En la literatura aparecen
otros términos usados como sinónimos de «epistemología» en el sentido presente:
«filosofía de la ciencia», «metodología», «metaciencia», «teoría de la
ciencia», «lógica de la ciencia», etc. Quizás el término menos problemático sea
el de «filosofía de la ciencia», pero evidentemente el nombre es lo de menos.
En
tanto que es una reflexión filosófica sobre la ciencia, la epistemología
consiste esencialmente en un análisis lógico de las estructuras conceptuales de
la ciencia, el cual se ubica, por así decir, en un nivel de segundo orden con
respecto a la reflexión científica misma. Los conceptos de la epistemología son
conceptos y sus teorías son teorías de teorías. El objeto de estudio de la
epistemología no son entidades acotadas espacio-temporalmente, como lo son los
objetos de estudio de las ciencias mismas, sino entidades intelectuales
abstractas de las que disponen los científicos para sus investigaciones. Y
estudia esas entidades conceptuales en sus aspectos más autónomos, es decir,
menos dependientes de las idiosincrasias personales, sociales, históricas de
sus usuarios. En este sentido, la epistemología se distingue netamente de la
psicología, la sociología y la historiografía de la ciencia, las cuales
analizan los conceptos y las teorías de la ciencia precisamente en su
dependencia de factores psicosociales (personalidades, instituciones, grupos
sociales, formas políticas, económicas, religiosas, etc.). No hay
incompatibilidad entre ambas formas de estudio de la ciencia, ni hay por qué
tratar de eliminar la una en favor de la otra.
Imagen:
http://es.scribd.com/doc/33966842/EL-CONOCIMIENTO-COMO-PROBLEMA-FILOSOFICO
Moulines, U.
(1988), en Reyes, R.: Terminología Científico Social. Barcelona: Anthropos en
http://www.espaciovirtual.net/Epistem/unidad1/QueEsEpistemologia2.htm
PROBLEMAS DE CONOCIMIENTO
A. POSIBILIDAD DEL
CONOCIMIENTO.
¿Es posible conocer? Esta pregunta resulta de la relación que se establece
entre sujeto y objeto, es decir, ¿es posible que el sujeto aprehenda las
cualidades del objeto?
TEORÍAS GNOSEOLÓGICAS SOBRE LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO
1. DOGMATISMO: Plantea que sí es posible. Afirma que el
sujeto puede captar las cualidades del objeto sin alterarlo. Representantes:
Tales, Anaxímenes, Anaximandro. Ejemplo: Una persona puede conocer los
sentimientos tal como son.
2. ESCEPTICISMO: Plantea que no es posible el conocimiento. No
niega actos del conocimiento, sino que rechaza los juicios producto de este
acto.
Existen las siguientes variantes:
Escepticismo radical: Niega la posibilidad de cualquier
conocimiento, tanto sensorial como Escepticismo metafísico o Positivismo :
Niega la posibilidad de conocer lo metafísico (más allá de lo físico) y admite
únicamente el conocimiento racional. Plantea que es preferible la suspensión de
cualquier afirmación o juicio. Representantes: Crátilo, Pirrón de Elea,
Gorgias. Ejemplo: No existen juicios válidos porque todo cambia.
Relativismo:
Plantea que es posible un tipo de conocimiento relativo a un determinado grupo
social o cultural, pero niega el conocimiento absoluto o universal. Representante:
Spencer. Ejemplo: Las creencias y
costumbres varían en cada grupo social.
Escepticismo religioso
o Agnosticismo:
Declara inaccesible al entendimiento humano toda noción de Dios. Ejemplo: No es
posible conocer el espíritu divino.
Escepticismo metafísico
o positivismo: Niega la posibilidad de conocer lo metafísico
(más allá de lo físico) y admite únicamente lo obtenido por la experiencia. Representante:
Augusto Comte. Ejemplo: Los ángeles son incognoscibles
Solipsismo: Sólo se está
seguro de las propias vivencias. Sólo existe el sujeto y su conciencia. Representante:
Fichte.
3. CRITICISMO:
Plantea que el conocimiento es posible dentro de ciertas condiciones. Afirma
que sólo se conoce el fenómeno (que es la manera como aparece la cosa ante
nuestros sentidos), pero no la realidad tal como es (cosa en sí: noúmeno).
Afirmaba: Todo conocimiento en sí comienza con la experiencia pero no todo
procede de ella Representante y fundador: Enmanuel Kant. Obra: “Crítica de la razón pura”
B. ORIGEN DEL CONOCIMIENTO.
¿Cuál es la fuente del conocimiento?, ¿es la razón?, ¿es la experiencia?,
¿ambas?
TEORÍAS GNOSEOLÓGICAS RELACIONADAS CON EL ORIGEN DEL CONOCIMIENTO
1. RACIONALISMO: Doctrina filosófica que afirma que el
pensamiento o la razón es la fuente del conocimiento. Afirma que nuestras ideas
son innatas, no aprendidas y que son anteriores a la experiencia. La razón crea
sus propios principios y leyes, los cuales hacen posible el conocimiento
universal y necesario. Representantes: René Descartes, (“Discurso del Método”),
Leibniz, Spinoza. Ejemplo: El todo es mayor que las partes. Representante:
Kant. Ejemplo: Los sentidos sin la razón serán ciegas, y la razón sin los
sentidos sería vacía.
2. EMPIRISMO:
Doctrina filosófica que señala que la fuente del conocimiento se origina en la
experiencia. Principios, leyes e hipótesis provienen de la experiencia. Afirma
que “no hay nada en la mente que no haya estado antes en los sentidos”. Representantes:
Bacon, Locke, Hume. Ejemplo: Conozco el agua porque lo he captado y
experimentado.
3. CRITICISMO (APRIORISMO):
Propone la existencia de formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo),
y de conceptos a priori del entendimiento (cantidad, calidad, modalidad,
relación, etc) independientes de la experiencia, los cuales son utilizados
cuando existe contacto con la realidad. La experiencia nos proporciona datos
que son ordenados u organizados por estas formas y conceptos.
C. ESENCIA DEL CONOCIMIENTO.
El conocimiento es una actividad espiritual por la cual el hombre elabora ideas
que difieren esencialmente de las sensaciones o imágenes.
TEORÍAS GNOSEOLÓGICAS SOBRE LA ESENCIA DEL CONOCIMIENTO
1. REALISMO: El conocimiento es la captación del objeto, ajeno
al sujeto que conoce.
2. IDEALISMO: El conocimiento es una proyección del sujeto
conocedor.
3. FENOMENALISMO: El conocimiento es la aprehensión de los
fenómenos o apariencia exterior de los objetos.
www.rmrubinos.blogspot.com
4. MATERIALISMO DIALÉCTICO: Concepción filosófica científica del mundo,
una de las partes componentes del marxismo, su base filosófica. Fue creado por
Marx y Engels y ha sido objeto de ulterior estudio por parte de Lenin y otros
marxistas…. La naturaleza se
desarrolla y alcanza sus formas superiores, incluyendo la vida y la materia
pensante, no gracias a una fuerza del más allá, sino merced a causas dadas en
ella misma, en sus leyes. La teoría dialéctica del desarrollo (Dialéctica)
elaborada por el materialismo dialéctico, señala cuáles son las leyes generales
gracias a las cuales acontecen los procesos del movimiento y cambio de la
materia, el paso de sus formas inferiores a las superiores. Las teorías físicas
actuales sobre la materia, el espacio y tiempo, al reconocer la mutabilidad de
la materia cualquiera que sea su especie y la inagotable facultad de las
partículas materiales de experimentar transformaciones cualitativas, no sólo se
encuentran en perfecta concordancia con el materialismo dialéctico, sino que
únicamente en él pueden hallar las ideas filosóficas y principios metodológicos
necesarios. Fuente: Diccionario
Rosental- Iudin
I.- INTRODUCCIÓN TEORÉTICA.
(El problema gnoseológico). Ioannes Di Napoli. Gnoseología.
Fuente:
http://www.filosofia.mx/libros/GNOSEOLOGIA-IOANNES-Di-NAPOLI.doc
Cualquier
hombre firmemente se juzga que es apto para conocer las cosas como son en si,
de tal manera que se enoja contra aquellos que lo contradicen. Pues todos,
contra los que impugnan nuestros juicios, protestamos diciendo: “Yo digo la
verdad, ¡no miento, no fallo!”
Sin
embargo, no se puede negar que nosotros con frecuencia caemos en el error en
cualquier edad o estado de cultura.
Surge
luego la pregunta:
¿El
conocimiento humano aprende las cosas como son en sí? O de otra manera:
¿Se dan las cosas como son
en sí? O de otra forma: ¿El conocimiento humano puede aprender las cosas como
son en sí?
De esta última posición de
la pregunta se deduce la denominación de la misma pregunta: se llama pues cuestión
sobre el valor del conocimiento, es decir, de la capacidad del conocimiento
humano para aprender las cosas como son en sí; mas como las cosas sean entes (×nta), el valor del conocimiento se llama también valor real o valor ontológico
del conocimiento humano.
Esta
pregunta no es puesta por el hombre común, pues el mismo, aún cuando
yerra, juzga poder conocer la verdad con
certeza y de hecho muchas veces la conoce; la cuestión mas bien se pone por el
filósofo, cuyo oficio es juzgar sobre el conocimiento, porque la filosofía es
la ciencia fundamental (el problema radical
y la doctrina universal de las cosas) o sea, la sabiduría.
Sin
embargo, la cuestión no se pone en el ejercicio de filosofar: existe pues,
un paralelismo entre la evolución cultural del hombre en singular y la evolución cultural de la humanidad y de la
filosofía.
El hombre en su infancia
considera solo el mundo circunstante y poco atiende el propio “yo”; en la juventud mas vale el yo para sí mismo
que el mundo, mas el mundo se considera como puro instrumento del propio yo; y
mientras antes muchas veces simplemente y sin disputa sostenía y retenía las
cosas por la tradición y el testimonio de otros, tiempo después somete todo
esto al juicio crítico y se hace a sí mismo preguntas buscando que sea el
mismo, el mundo, que deba hacer para adquirir un óptimo estado de vida.
De
una manera semejante, casi todos los primeros filósofos se estuvieron en la
consideración del mundo (cosmologismo); después hicieron una reflexión hacia el
propio “ego”, o sea, hacia el hombre y establecieron juicios acerca de la capacidad del hombre
para conocer y para obrar.
La
crisis siempre acompaña a la adolescencia, ya del hombre singular, ya de la
filosofía.
Así
mismo nosotros primero hemos tratado las cuestiones del mundo infrahumano (Cosmología),
después las cuestiones del hombre (Sicología) siempre juzgando que el
conocimiento nos refiere las cosas como son en sí. Ahora también por
esto que:
1)
Advertimos con frecuencia que hay error en nuestros conocimientos;
2)
Encontramos muchas veces contradicción en las doctrinas de los filósofos.
3)
Tendemos naturalmente a conocer las cosas suprasensibles acerca de las cuales
se tienen muchas dificultades[1],
ponemos el problema acerca del valor del
conocimiento para que:
1)
Desechemos el error por medios aptos.
2)
Expliquemos en general la oposición de las doctrinas filosóficas,
3)
Establezcamos la posibilidad de conocer las cosas suprasensibles o de construir
la ciencia metafísica.
El
problema, pues sobre el valor del
conocimiento constituye el problema crítico (cr
sij juicio del conocimiento) o problema gnoseológico, cuya solución se
da en la Gnoseología
(gnîsij conocimiento, lÒgoj ciencia).
No
obstante analizaremos brevemente la historia del problema gnoseológico para que
podamos resolver más claramente las cuestiones singulares.
II. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA.
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Después de un inicio eminentemente
gnoseológico, la filosofía griega trató también de cuestiones sobre el
valor del conocimiento, es muy célebre la oposición entre Heráclito y Parménides:
el primero prefiere el conocimiento sensitivo y sostiene que todas las cosas
cambian continuamente, porque así aparecen a los sentidos; el segundo prefiere
el conocimiento intelectivo (conceptual) y sostiene que todo se reduce al ente
uno e inmóvil.
Heráclito por
consiguiente sostiene que sólo el conocimiento sensitivo aprende las cosas como
son en sí, Parménides sostiene que solo el conocimiento intelectivo
aprende las cosas verazmente mientras el conocimiento sensitivo refiere sólo la
mutación de las apariencias (de los fenómenos).
Por la doctrina de Heráclito
y Parménides los sofistas dedujeron esta doctrina: el conocimiento
humano no puede aprehender las cosas como son en sí, luego las cosas son como
aparecen a cada hombre (relativismo, en cuanto el valor del conocimiento
y la naturaleza de las cosas son relativos a cada hombre en singular: la verdad
es relativa a los individuos).
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Contra los sofistas, Sócrates
proclama el valor universal y necesario del conocimiento intelectivo, es decir,
el valor del concepto, el cual es necesario para la obligación universal y
absoluta de la ley moral.
Platón y Aristóteles
perfeccionaron la obra de Sócrates. Platón desprecia el
conocimiento sensitivo; porque este aprende las cosas como mutables mientras
aquello que es el ente debe ser necesario e inmutable; la sensación ofrece solo
la opinión (dÒxa) o la probabilidad; de donde Platón exalta el conocimiento
intelectivo; porque este solo aprende las cosas inmutables o sea los entes
ejemplares eternos de todas las cosas (edh ideas, especies, formas) y ofrece la ciencia (pist»m»).
Aristóteles admite
el valor del conocimiento, ya sensitivo, ya intelectivo. Según él, el
conocimiento sensitivo aprende las cosas singulares y concretas como están en
la naturaleza, el conocimiento intelectivo obtiene de las cosas aprendidas por
los sentidos obtiene los conceptos universales por los cuales se obtienen los
principios y las argumentaciones para la construcción de la ciencia. (
Fuente:
http://zoosofia.files.wordpress.com/2011/12/aristoteles1.jpg
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Después de
Aristóteles, los filósofos griegos, principalmente bajo el influjo de las
condiciones políticas (sumisión de Grecia bajo Filipo macedonio) trataron más
bien los problemas morales, pero no faltaron estudios del conocimiento y de la ciencia.
Algunos platónicos (Arcesilao,
Carneades) sostienen que nunca se
puede obtener la certeza en el conocimiento humano, sino que se solo se obtiene la opinión (probabilismo académico);
otros (Pirro) sostienen que nunca se puede obtener ni la certeza, ni la
opinión y por lo tanto la condición humana del conocimiento es la duda
permanente y la inquisición continua (escepticismo, de skptomai).
http://www.filosofia.mx/libros/GNOSEOLOGIA-IOANNES-Di-NAPOLI.doc
El punto de partida de la
filosofía antigua fue el materialismo filosófico. Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito,
pese a todas las diferencias existentes entre ellos, suponían que todas las
cosas proceden de un principio único y, además material. No obstante, sobre
esta base ingenuamente materialista, se perfilaron pronto ciertas concepciones
que condujeron más tarde al nacimiento del idealismo. Los brotes de escisión
entre las corrientes materialistas y las idealistas se dieron ya en los
pensadores griegos más antiguos. En la segunda mitad del siglo V y en la
primera del IV a. n. e., se convirtieron en la oposición entre materialismo e
idealismo. Con no menor claridad se presenta en la filosofía antigua la
oposición entre el método dialéctico y el método metafísico del pensar.
En esencia, muchos de los primeros filósofos griegos
eran dialécticos, concebían la naturaleza como un todo y, por consiguiente, la
veían en la interacción y concatenación de sus fenómenos.
Durante el desarrollo de la filosofía antigua,
que pasó de los mil años, el materialismo y el idealismo, la dialéctica y la
metafísica constituidos en la antigua filosofía griega, experimentaron una
compleja evolución que reflejaba, en última instancia, la dialéctica del
desarrollo de la sociedad antigua. Fueron materialistas, en la filosofía
antigua, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo, y Demócrito.
En las enseñanzas de Sócrates y, sobre todo,
de Platón se formó la doctrina del idealismo filosófico, que se contrapuso en
primer lugar al materialismo de los atomistas. Desde entonces, en la filosofía
antigua se dibujan netamente dos líneas principales de desarrollo, en pugna: el
materialismo y el idealismo (o bien, por decirlo con palabras de Lenin, la
«línea de Demócrito» y la «línea de Platón»). Oscilando entre el materialismo y
el idealismo, Aristóteles expuso también sus ideas en polémica con las doctrinas
anteriores y contemporáneas a su tiempo. Resulta singularmente enérgica e
ingeniosa la crítica aristotélica de la teoría de las «ideas» capital en el
idealismo de Platón.
En la época del helenismo, como reflejo de la
crisis inicial de la polis en el sistema de esclavitud, la lucha de escuelas de
la filosofía antigua vuelve a acentuarse. En aquel entonces se hizo
particularmente intensa la pugna entre la escuela materialista epicúrea y la
escuela estoica, en cuyas doctrinas, materialistas en el fondo, habían
penetrado ampliamente elementos de idealismo. Se sitúan en primer lugar, entre
los problemas filosóficos, los que conciernen a la ética, aunque basados en la
concepción de la naturaleza y en la doctrina concerniente al saber y al pensar.
Las escuelas filosóficas se convierten en comunidades cerradas de personas
unidas por su indiferencia respecto a los acontecimientos exteriores y por un
acentuado interés por las cuestiones éticas y la educación. Al mismo tiempo,
cambia la relación entre la filosofía y las ciencias especiales, aparece un
nuevo tipo de hombre culto y un nuevo tipo de literatura docta, especializada,
al alcance sólo de los iniciados.
En la época del Imperio Romano, período en que
se agudiza la crisis de la sociedad esclavista, cobra mayores vuelos la
búsqueda religiosa de la abnegación y de la resignación. De este a oeste
penetra y se difunde una ola de cultos, doctrinas y misterios religiosos. La
propia filosofía se vuelve religiosa y, en algunas escuelas, incluso mística.
Tal ocurre con el neoplatonismo y el neopitagorismo. El primero influyó sobre
el desarrollo de las doctrinas filosóficas del cristianismo. En el año 529, el
emperador Justiniano decretó el cierre de las escuelas filosóficas de Atenas.
Pero antes ya de este decreto e independientemente de él, el ciclo fundamental
de las ideas de la filosofía antigua había llegado ya al término de su
desarrollo. Fuente: http://www.filosofia.org/enc/ros/filos.htm
EL
PROBLEMA DE LA RELACIÓN ENTRE APARIENCIA Y REALIDAD: REALISMO E IDEALISMO
El problema de la relación entre el
conocimiento humano y la realidad, es, por lo tanto, uno de los problemas
clásicos de la epistemología. La forma más habitual de llamarlo es “el problema
de la relación entre apariencia y realidad”, porque en realidad el problema
consiste en saber cuál es la relación que existe entre el mundo real, tal y
como se aparece en mi mente, y el mundo real tal y como él es en sí mismo, al
margen de cómo se aparezca en mi mente (o en la de un perro, o una lagartija).
Este problema se puede ver directamente en
relación con la primitiva teoría del isomorfismo, a la que ya hicimos
referencia indirecta casi al principio de este tema. Repasémosla: podría
parecer, ingenuamente, que la realidad es justamente aquello que mis sentidos
conocen, aquello que se aparece a mi mente de forma directa.
El conocimiento no sería, según este punto de
vista, otra cosa que la relación entre un sujeto conocedor (S) y un objeto
conocido, o una realidad a conocer (O). El sujeto conocedor sería activo y
tendría unas facultades o capacidades intelectuales que le permitiría conocer
el objeto.
El objeto, por su parte, sería pasivo,
independiente del sujeto, permanente y substancial. Sus características, sus
atributos, tampoco dependerían del sujeto. Sin embargo, el sujeto podría
conocer estas características sin problemas porque su propia estructura
conocedora (es decir, la estructura de las capacidades racionales y
cognoscitivas del ser humano: su inteligencia, su razón, su lenguaje, sus sentidos...)
se adaptaría como un guante a una mano, a la estructura de lo que está por
conocer, del objeto.
El sujeto puede conocer el objeto, aunque
éste sea independiente de él, por qué existe igualdad en sus estructuras, o son
“compatibles”, por usar una palabreja de la informática. La palabreja
filosófica es, en cambio “isomorfismo” (significa, simplemente “forma
idéntica”).
El sujeto puede conocer la realidad, porque
su razón tiene la misma forma que la realidad, tiene la misma estructura que la
realidad (de hecho, ¿acaso no pertenece a ella?)
Esto que acabamos de contar es la teoría
filosófica clásica del conocimiento (enunciada, por ejemplo, hace 2300 años por
Aristóteles).
Tenemos que desterrar ya las dos siguientes
ideas: en primer lugar, que (1) no existe independencia entre el sujeto y el
objeto, entre el conocimiento y la realidad. En segundo lugar, que (2) las
características de la realidad, las características o atributos de los objetos,
no tienen existencia real, independiente o separada de las características con
las que el sujeto las conoce. Lo que pasa es que en torno a estas dos
cuestiones puede haber una enorme cantidad de matices.
Para plantearnos la pregunta con la mayor
claridad posible, veamos de todas formas el siguiente esquema, en el que se
pueden valorar todas las posibilidades:
POSIBLES RELACIONES ENTRE APARIENCIA Y
REALIDAD
Problema
número 1: realismo indirecto como teoría correcta
Analizando el esquema, se ve con claridad que
el problema de la relación entre las apariencias de nuestra mente y la realidad
necesita descomponerse en dos preguntas diferentes. En primer lugar: ¿cómo
percibimos la realidad? La creencia ingenua de que los seres humanos percibimos
la realidad de forma directa, es la postura filosófica que se denomina realismo
directo. (El isomorfismo aristotélico es también, implícitamente, un realismo
directo). Era una postura que, por ejemplo, sostenía un filósofo epicúreo
denominado Lucrecio en un libro llamado De rerum natura. Según él, si veíamos
la realidad era porque las cosas desprendían efluvios materiales con su propia
forma que nos presionaban sutilmente sobre la superficie de los ojos.
Evidentemente, es una postura falsa. La postura correcta es la que sostiene que
los seres humanos percibimos la realidad a través de nuestras representaciones
mentales Este punto de vista se conoce con el nombre de realismo indirecto.
Conocemos la realidad de forma indirecta, a través de las representaciones
mentales que aparecen en nuestro cerebro.
Problema
número 2: realismo crítico o idealismo como posibles soluciones
Asumiendo el punto de vista anterior como
verdadero, la pregunta entonces pasa a ser diferente: ¿son las representaciones
mentales copia fiel de la realidad? El realismo ingenuo diría que sí: la
realidad es exactamente aquello que muestran mis representaciones mentales. (De
nuevo el isomorfismo aristotélico es un realismo ingenuo: llevaría a disparates
como el de afirmar que los alumnos que se sientan al fondo de la clase miden 10
cm., puesto que de ese tamaño es mi percepción de ellos). La postura correcta
es más bien la contraria. Mis representaciones mentales no son una copia de la
realidad, sino que de alguna forma la interpretan o la reconstruyen en mi
mente. Esta es la postura que sostiene el realismo crítico (la más habitual y
seguramente la más razonable). Si yo percibo una tiza de color verde, el color
verde no puede ser considerado estrictamente una propiedad objetiva de la tiza,
sino una cualidad que mi mente, de acuerdo con sus estructuras mentales y
perceptivas reconstruye críticamente (activamente y no de forma “exacta”; ese
criterio no tendría sentido, aplicado a la percepción) en su interior.
Seguramente la tiza en sí misma no tiene una propiedad como “color verde”, pero
existe una realidad en ella a la que mi conocimiento se puede acercar
críticamente, siendo consciente de que al decir que “la tiza es verde”, no
conozco la realidad en sí misma, tal y como es. Es la postura que
históricamente han defendido casi todos los filósofos.
Algunos filósofos decidieron dar una vuelta
de tuerca a este argumento e ir más allá. Si las cualidades de los objetos que
yo percibo son reconstruidas de forma crítica y activa por mi mente, o por mi aparato
entonces no perceptivo, podemos afirmar que exista una realidad objetiva y material
en sí misma como tal. Existir consiste en ser percibido. Los objetos y la
realidad en general carecen de realidad y de existencia objetiva. Su realidad y
su existencia se la proporciona mi acto perceptivo. Existen en mi mente porque yo
lo percibo. Las cosas y la realidad no existen de forma objetiva e
independiente, sino de forma subjetiva. Sin percepción humana no hay realidad
ni existencia objetiva de las cosas. Esta postura se conoce con el nombre de
idealismo filosófico. Probablemente es una teoría falsa; sin embargo, es muy
difícil de criticar y de rebatir. Uno de sus defensores fue un religioso
irlandés llamado Berkeley, que afirmó explícitamente que, puesto que “esse est
percipi”, la existencia de las cosas de forma permanente, al margen de nuestra
percepción, no podía ser afirmada, o bien era una prueba indirecta de la
existencia de un Dios creador del universo que lo mantenía en la existencia
(las cosas no existirían por sí mismas, sino por la gracia de Dios). Otro
idealista filosófico clásico fue Hegel, en este caso sin intenciones de la
teología natural.
EL
PROBLEMA DE LA VERDAD: ESCEPTICISMO, RELATIVISMO Y DOGMATISMO.
Antes de comentar el problema de la verdad es
preciso explicar brevemente qué entendemos por verdad. Necesitamos aclarar un
poco el significado del concepto. La definición más clásica del concepto es la
del pensador que ya mencionamos con motivo de la explicación de la teoría del
isomorfismo, Aristóteles. Su definición de verdad es aparentemente muy sencilla:
“verdad consiste en decir de lo que es, que es, y de lo que no es, que no es”.
(A este concepto de verdad también se le llama “teoría de la verdad como
correspondencia (o correlación) o teoría isomórfica de la verdad”) La
definición dice más cosas de lo que parece. En primer lugar: la verdad es una
propiedad del lenguaje. No es una propiedad de las cosas o de la realidad. Sólo
pueden ser verdaderas las expresiones de nuestro lenguaje: “verdad consiste en
decir”. Las cosas no son ni verdaderas ni falsas; verdadero o falso es lo que
afirmamos o negamos de ellas.
En segundo lugar: la verdad establece una
correspondencia o una correlación; la verdad establece una correspondencia
entre los objetos y el lenguaje con que los describimos: “decir de lo que es
(realidad), que es (lenguaje); de lo que no es (realidad), que no es
(lenguaje)”. Y en tercer lugar, el concepto de verdad hace suponer que debemos
tener algún criterio para demostrar que podemos conocer las cosas tal y como
son en sí mismas en nuestra mente; y que podemos traducir los contenidos de
nuestra mente a nuestro lenguaje con total precisión y exactitud. El concepto
de verdad supone también que los seres humanos tenemos pruebas o criterios para
demostrar o justificar sin ningún género de dudas que, efectivamente, tal cosa
es de tal manera. Poder acceder a la verdad supone estar en posesión de
criterios precisos para demostrarla o justificarla; criterios de demostración
idénticos, únicos, exactos y seguros.
El escepticismo es la postura filosófica humanos
que niega que los seres un podamos alcanzar conocimiento verdadero y seguro de
las cosas. Vistas las limitaciones del aparato perceptivo de los seres humanos,
y su relación tan extraña con los objetos de la realidad exterior, es imposible
plantearse el ideal de un verdadero conocimiento de las cosas. Nuestro conocimiento
es, en el fondo, inútil, porque no es capaz de llegar a la verdad en sí misma.
Es evidente que la duda del escéptico puede
plantearse a varios niveles. En primer lugar, cabe dudar de que la verdad
exista, pues seguramente se trate de un concepto ilusorio, y no existan las
cosas en sí mismas, sino a la medida de nuestra percepción (pensemos de nuevo
en el Texto 12, y las distintas verdades de los distintos animales). En segundo
lugar, cabe dudar de que, aunque exista, nuestro aparato perceptivo pueda
llegar a ella, pues ya sabemos que percibimos las cosas de forma indirecta y
muy compleja, y por si eso no fuera poco, siempre estará el problema de la
inducción acechándonos, y debilitando cualquier verdad contingente que
pudiéramos afirmar. Y en tercer lugar, puesto que la verdad es una propiedad
del lenguaje con el que expresamos la realidad, cabe la posibilidad de que
aunque la verdad exista y los seres humanos la podamos conocer, sin embargo no
seamos capaces de expresarla lingüísticamente. Esto que acabo de contar es la
formulación más clásica de la postura escéptica, esbozada por un filósofo
griego llamado Pirrón el Escéptico (¡cómo no!).
La postura del escepticismo es difícil de cuestionar,
pero tiene una enorme debilidad. El escéptico sostiene que la verdad no puede
ser alcanzada o al menos, ni siquiera expresada. Pero sin embargo, afirma que
una cosa sí es verdad: que la verdad no se puede conseguir. (Es decir, no
podemos alcanzar ningún conocimiento seguro, excepto el del punto de vista
escéptico). Esta forma de razonar es, por lo tanto, paradójica (una paradoja
consiste en afirmar una cosa y su contraria a la vez); no respeta el principio
de contradicción, un principio básico del funcionamiento de la razón humana
(hablaremos de él más adelante).
El relativismo es, en realidad, una
consecuencia del escepticismo. Si el conocimiento verdadero y exacto no es
seguro, verdad será todo aquello que le parezca al sujeto que conoce que es verdad.
Por lo tanto, la verdad cambiará según el sujeto (o el tipo de animal), el
grupo social, la época histórica, el estado etílico, la capacidad mental, el
principio químico activo que opera en nuestro cerebro, etc. No habrá una verdad
única, sino multitud de verdades, que dependerán de todas esas circunstancias,
que serán relativas a todas estas circunstancias.
Como aforismo mundo, dice poético: el “en clásico
este ni nada es verdad mentira, todo es según del color del cristal con que se
mira”. Si todo es verdad, efectivamente, nada es verdad. El relativismo es una
postura contraria crítico, al pensamiento porque impide a la humanidad avanzar
y resolver sus problemas de forma racional.
La
postura más razonable y que en principio es la normal para los seres humanos,
es la del dogmatismo. El dogmatismo es, en realidad, un realismo: la verdad
existe, los seres humanos podemos conocer la verdad y los seres humanos podemos
expresar y comunicar esa verdad. El dogmatismo ha de ser, en principio, un
realismo crítico: que la verdad exista, no quiere decir que estemos en posesión
de ella. Llegar a la verdad cuesta mucho trabajo y mucho esfuerzo; se llega a
ella por caminos muy indirectos y de forma muy lateral, y seguramente nunca
podemos estar del todo seguros de estar en posesión de la verdad absoluta.
(Es por eso por lo que el término dogmatismo
se usa en el lenguaje casi siempre en sentido negativo, en sentido peyorativo.
Una persona dogmática es una persona fanática, una persona acrítica, una
persona que se cree en posesión de la verdad absoluta, una persona que jamás se
cuestiona sus conocimientos o creencias, una persona que nunca duda ni analiza
sus propios puntos de vista… El dogmatismo, en este sentido negativo, está tan
alejado del conocimiento y de la actitud racional como el relativismo. Son, en
realidad, dos caras de la misma moneda, porque convierten el esfuerzo humano en
intentar encontrar el conocimiento en algo inútil.)
ONTOLOGÍA
Y METAFÍSICA
“Ontología” y “metafísica” son dos conceptos
filosóficos que se encuentran relacionados con el de “epistemología”. Son dos
conceptos de uso habitual en las discusiones y en los razonamientos
filosóficos, así que conviene conocer su significado.
Metafísica significa, literalmente, en
griego, “lo que está más allá de la física”. En otras palabras, lo que está más
allá del mundo físico y del mundo material. O también: la estructura de lo
real, o la estructura y el fundamento de todo lo que existe. Pero si algo está
más allá del mundo físico y del mundo material, su conocimiento directo para
nosotros es imposible. Sin embargo, si podemos hacer suposiciones y reflexiones
acerca de ello.
De hecho, las discusiones epistemológicas
llevan directamente a problemas clásicos de la metafísica. ¿El mundo real
existe como tal o soy yo quien le da existencia? ¿Existe realmente la verdad?
¿Es la realidad cognoscible? ¿La realidad es accesible al conocimiento
racional? Etc., etc. Todos estos y muchos más son problemas epistemológicos que
derivan en problemas metafísicos. Por supuesto, hay muchos otros problemas de
índole metafísica relacionados con otras ramas de la filosofía, como por
ejemplo con la ética: ¿es el ser humano libre, o está determinado por su
personalidad y por la sociedad? ¿Puede hablarse de responsabilidad sin
libertad? O con la antropología: ¿Tiene sentido el ser humano? ¿O es sólo una
combinación peculiar de elementos biológicos, físico-químicos? O con la
teología: ¿Existe Dios? ¿Existe el alma? ¿Puede el ser humano ser inmortal de
algún modo? Todos estos son problemas clásicos de la filosofía; analizarlos
llevaría la necesidad de una pregunta para cada uno de ellos; basta aquí con
mencionar su existencia. En la asignatura del año que viene trataréis muchos de
ellos con más detalle, y también en los temas que veremos más adelante este
curso.
Lo que interesa destacar especialmente es lo
siguiente: todas las personas tenemos creencias de tipo metafísico de un tipo u
otro relativas a todas las cuestiones anteriores (las creencias religiosas, al
igual que las agnósticas, son un subconjunto de las creencias metafísicas). Se
trata de creencias porque en última instancia son indemostrables, aunque se
puede argumentar en su favor de forma relativamente convincente. Yo tengo la creencia
metafísica de tipo antropológico y ético de que el ser humano es un ser
fundamentalmente libre, por ejemplo.
A veces, la rama de la metafísica que estudia
la estructura de lo real recibe el nombre de ontología (del griego ons, -ontos,
que significa “lo que es o existe”). Así por ejemplo, la ontología de un
realista es materialista, puesto que cree que lo real es fundamentalmente
material. La ontología de un idealista sería diferente, puesto que cree que lo
material sólo existe como concepto y representación de mi mente, y por lo tanto
tiene carácter conceptual. Su ontología es por eso mismo idealista.
EMPIRISMO
Y RACIONALISMO
Otra pregunta epistemológica clásica que
se han hecho los filósofos acerca del mecanismo psicológico de conocimiento
humano, ha sido siempre la siguiente: ¿dónde está el origen y fundamento del
conocimiento humano? Esta es una antigua pregunta filosófica (muy anterior al
desarrollo de la psicología como ciencia), y es lo que vamos a ver en este
subapartado, como ya dijimos en su momento.
Las respuestas posibles a esta pregunta han
sido, históricamente, dos: el origen y fundamento del conocimiento humano esta
dentro de la razón, la mente o el cerebro humano, o bien el origen y fundamento
del conocimiento humano no está en la razón, la mente o el cerebro humano, sino
en la experiencia externa a ella. La primera postura es la del racionalismo o
innatismo, y la segunda la del empirismo.
Se les denomina así, porque hubo dos
corrientes de pensamiento filosófico a lo largo de los siglos XVII y XVIII que
mantuvieron esas dos diferentes posturas y eran llamados, respectivamente,
racionalistas y empiristas. Los racionalistas más importantes fueron Descartes,
Leibniz y Espinosa, y los empiristas más importantes (estos Locke y Hume su nombres
tendrán interés el curso que viene). De todas formas, estos adjetivos pueden
utilizarse hoy en día sin mayores problemas. Hay una rama de lingüistas
contemporáneos, cuyo miembro más importante es un tal Chomski (del que
hablaremos más adelante), que se denominan a sí mismos racionalistas, de la
misma forma que hay muchos psicólogos que se consideran empiristas. Porque en
realidad, la teoría racionalista dice: el origen del conocimiento humano está
en la mente humana, que es quien lo determina y construye. Y la teoría
empirista dice: el origen del conocimiento humano está todo en la experiencia
externa a la propia mente humana, y es esta experiencia externa quien la
determina y la construye.
EL
EMPIRISMO Y SUS RAZONES
Las razones del empirismo parecen sencillas y
fáciles de entender, sobre todo ahora que ya conocemos el mecanismo psicológico
de conocimiento humano.: el conocimiento humano proviene única y exclusivamente
de la experiencia externa a la mente. La mente humana, antes de verse afectada
por la experiencia, está total y absolutamente despojada de contenidos y de
capacidades. Todo lo obtiene de la experiencia, porque la mente, sin haber
recibido ningún contenido de experiencia, no es más que una pizarra en blanco,
una pizarra vacía, una tabula rasa. La experiencia es más compleja de lo que
parece, no se limita datos sentidos a percibir de los externos.
Puede recibir datos del propio interior
cuerpo, del y puede incluso percibir las propias operaciones de la mente
(recordemos que los seres humanos poseemos autoconciencia) para formar
conceptos complejos de carácter abstracto (puede percibirse a sí mismo dudando,
prefiriendo, disfrutando…).
Pero el origen de todo está en la
experiencia. La mente humana (el entendimiento, según la terminología del
texto) no nace, por ejemplo con la capacidad de la abstracción. La mente humana
no tiene la capacidad de abstracción por sí misma. Un empirista afirmaría: La
mente humana construye la capacidad de abstraer percepciones semejantes y
formar conceptos e imágenes mentales a partir de ellas, a base de percibir, una
y otra vez, percepciones que son semejantes. Pero no es una capacidad innata de
la mente humana, ni una capacidad que nuestra mente posee por sí misma, antes
de haber recibido datos de la experiencia exterior. Por eso es en la
experiencia dónde está el origen del conocimiento humano. Sería algo así como
si el estómago naciera sin la capacidad de segregar jugos gástricos, y a base
de darle de comer, la fuera adquiriendo él solo. (Un racionalista diría, en
cambio: La mente humana nace con la capacidad innata de abstraer percepciones
semejantes y formar conceptos e imágenes mentales a partir de ellas, a base de
percibir, una y otra vez, percepciones que son semejante).
El problema al que se tiene que enfrentar el
empirismo, no obstante, es el siguiente: ¿Cómo se las arregla la mente para
formar todas las enormes capacidades y potencialidades cognoscitivas que tiene
dentro naciendo totalmente vacía de contenidos y de estructuras
preconfiguradas, tal y como afirman los empiristas? No está muy claro.
Veamos dos principios que cumplen difícil y
dudosamente el requisito de provenir de la experiencia. Estos dos principios
son por una parte el principio de no contradicción (mencionadas líneas atrás),
que es un principio básico de la estructura de nuestra forma de razonar y dice:
“es imposible para una misma cosa, tener y no tener a la vez una misma
cualidad”. El otro principio es el llamado de razón suficiente, que lo que dice
es que “para cada efecto ha de haber una causa, y para cada causa ha de haber
un efecto”. ¿Cómo adquirimos estos conocimientos, que parece que todos tenemos?
Ambos principios permiten que el mundo sea
racional y comprensible. ¿Pueden provenir de la experiencia? ¿No será que la
mente humana siempre percibe y siempre piensa usándolos, con ellos (aunque no
piense en ellos ni sea consciente, necesariamente, de ellos)? (De esta forma
estamos anticipando los puntos de vista de los innatistas).
El punto flaco del empirismo podría quedar
aquí planteado con bastante claridad: existiríanen la mente humana presuntos
conocimientos absolutamente verdaderos sin excepción que no provienen de la
experiencia. El contraargumento empirista a esta crítica podría tener la
siguiente forma:
Aunque existieran este tipo de verdades y universales
necesarias (conceptos que desarrollaremos con más detalle más adelante), eso no
bastaría; habría que probar que su verdad no proviene de la experiencia, sino
de la propia razón humana (quien tiene que probar es quien afirma, no quien
niega; yo, por ejemplo, no tengo que demostrar que los marcianos no existen,
pero quien cree en su existencia debe darme buenas razones para que yo no
piense que es un alucinado). Pero además, hay una segunda parte de este
argumento: tales verdades no son tan absolutas, verdaderas y necesarias como
sostienen los racionalistas. (A este respecto, recuerda un poco los conceptos con
los que piensa e interpreta la realidad el pigmeo; lo que parecían conceptos
perceptivos universales, como la idea de que es automática la interpretación de
que los cuerpos, con no lo eran tanto: el pigmeo no los tenía).
EL
RACIONALISMO Y SUS RAZONES
Tal y como venimos formulando la explicación,
quien sostenga que este tipo de conocimientos no pueden venir de la experiencia
externa a la mente humana, sostiene el punto de vista contrario al del
empirismo: el punto de vista del racionalismo (o innatismo: el conocimiento
humano es innato). En nuestra mente, nuestro propio cerebro es donde reside el
fundamento y origen del conocimiento humano, su estructuración y su forma
(aunque, efectivamente, algunos de sus contenidos y datos, provengan de la
experiencia; pero la razón humana ya los predetermina). Es absolutamente falsa
la idea de que la mente humana, al nacer, sea una tabula rasa.
Las razones para defender este punto de vista
son los siguientes. El texto dice que si la mente fuera realmente una tabula rasa,
su capacidad para construir conocimientos y estructuras cognoscitivas por el
mero hecho de recibir datos de experiencia se vería seriamente limitada. Porque
esta capacidad estaría absolutamente indeterminada, sería una capacidad vacía
(como la de la arcilla de ser moldeada o la del papel de escribir en él
palabras, por ejemplo). Y lo que eso supone: no permitiría construir a partir
de ellas verdades universales.
Las verdades universales o de razón (también
llamadas verdades a priori, y contemporáneamente, verdades necesarias o
analíticas) son aquel tipo de verdades que no admiten duda ni excepción, que
son verdad siempre y en cualquier circunstancia, al margen de la experiencia –y
por tanto, no dependerían de ella ni adquirirían su verdad en ella-. Son
aquellas verdades que son verdad y no pueden dejar de serlo, porque imaginar su
falsedad sería contradictorio (ojo: no simplemente falso, sino contradictorio).
Por ejemplo: “círculo es la figura geométrica
todos cuyos puntos equidistan de otro llamado centro”. No cabe imaginarse la
falsedad de esta afirmación; sería contradictorio que en un círculo todos los
puntos de la circunferencia no estuvieran a la misma distancia del centro. Otro
ejemplo: “el todo siempre es mayor que sus partes”. Sería contradictorio que
una parte fuera mayor que el todo del que forma parte; se podría decir con
lenguaje coloquial, “eso no cabe en cabeza humana”. En cambio, decir “América
fue descubierta por Colón en 1493” no es contradictorio, es simplemente falso.
(Porque aquí no estamos negando una verdad universal, sino otro tipo de verdad
del que hablaremos a continuación). En teoría los principios de no
contradicción y de razón suficiente, de los que hablamos líneas atrás, serían
verdades de este tipo. En general, son verdades necesarias todos los principios
lógico-racionales, pero también todas las verdades matemáticas.
Conviene que no perdamos de vista el papel
que asignan los racionalistas a la experiencia. La experiencia proporciona
contenidos y datos sensibles a la razón humana, y puede llegar, como mucho, a
dar el material del otro tipo de verdades: las verdades empíricas o
contingentes., de experiencia, sintéticas, no necesarias, o contingentes. Las
verdades empíricas o contingentes (también llamadas verdades a posteriori, de
experiencia, sintéticas, a posteriori o no necesarias) son aquellas verdades
cuya verdad no es necesaria, porque es perfectamente posible imaginarse su
falsedad. Podemos imaginarnos su verdad sin caer en contradicción, porque la
negación de una verdad empírica es falsa, pero no ilógica ni contradictoria. En
lenguaje coloquial, “sí cabría en cabeza humana”.
Volvamos a uno de los ejemplos anteriores:
“Colón descubrió América en 1492” es una verdad empírica; es verdad pero podría
perfectamente no haberlo sido. Isabel la Católica pudo no haber empeñado las
joyas para ayudarlo como dice la leyenda, los barcos pudieron tardar más en la
travesía al salir del astillero, o Colón podría haberse cansado de su proyecto
y dedicarse a la navegación comercial… Como estas cosas no sucedieron, la
expresión “Colón descubrió América en 1492” es verdadera, y no falsa. Pero es
una verdad empírica, una verdad de experiencia. Veamos a continuación un
ejemplo comparativo que creo que puede resultar bastante ilustrativo y bastante
claro: es absolutamente verdadero y no puede dejar de serlo, que todo cuerpo
ocupa una extensión en el espacio. Pero la verdad experimental de que allí hay
una mesa, es absolutamente contingente. Bien podría no haber ninguna, o haber
dos. “Todo cuerpo ocupa una extensión”, verdad necesaria; “Allí hay una mesa;
verdad de experiencia”.
¿Por qué de la experiencia no se pueden
obtener verdades necesarias? Porque de la experiencia obtenemos datos
particulares concretos y finitos, y desde ellos, inductivamente, no podemos dar
el salto a verdades absolutas y sin excepción con absoluta seguridad (aunque sí
con cierta probabilidad). Veámoslo con un ejemplo: “todos los cisnes son
blancos” es una verdad de experiencia; no es una verdad necesaria: es una
verdad obtenida a partir de la experiencia, de percibir experimentalmente una
serie de cisnes blancos, e inducir a partir de ahí que todos ellos sin
excepción, los nacidos y por nacer, los que existieron y los que existirán, lo
son. Nadie me dice que mañana no vaya a ver un cisne negro (como así fue cuando
se exploró la isla de Tasmania). En esto consiste el problema de la inducción.
La inducción sólo proporciona verdades contingentes de experiencia, no verdades
necesarias. (Sobre la inducción, no obstante, volveremos a hablar, y mucho, en
los temas siguientes).
Yo me inclino más bien por la postura de los
racionalistas. En este sentido me parece muy interesante el enfoque dado por el
lingüista Chomski, citado líneas atrás. Chomski defiende una versión moderna
del racionalismo, aplicada al aprendizaje del lenguaje. Según él, han de
existir unos contenidos y estructuras predeterminadas en la razón humana que
permitan aprender el lenguaje (“universales lingüísticos” los llama él).
El aprendizaje del lenguaje no puede provenir
de la experiencia únicamente, puesto que lo que un rapacín obtiene,
experimentalmente, de escuchar hablar, no es sino una suma de palabras sueltas,
tiempos verbales incompletos, y oraciones muy escasas. Sin embargo, a partir de
tan poca cosa, construye la capacidad de hablar y entender infinitas posibles
oraciones. Está claro, según el racionalismo, que el origen y fundamento del
conocimiento humano descansa en nuestra propia razón. En los primeros años se
activarían nuestras estructuras lingüísticas innatas para aprender el lenguaje.
Más adelante, de adultos, al ya estar activadas y terminadas estas estructuras,
si queremos adquirir otro lenguaje, lo debemos hacer empíricamente –y por eso
nos cuesta tanto trabajo; seguro que habéis escuchado la suficiente cantidad de
inglés como para romper a hablarlo, pero sin embargo ya no sucede lo que
sucedió cuando tenías dos años de edad, porque esas estructuras mentales ahora
están desactivadas, o se ocupan de otras cosas-. (No obstante, del papel que
juega el lenguaje en el conocimiento humano, y de su relación con nuestras
estructuras racionales y con la realidad que el propio lenguaje debe
representar, hablaremos en el tema siguiente)
En cualquier caso, los dos puntos de vista
tienen buenas razones y argumentos en su favor; por eso se trata de un
verdadero problema filosófico.
SELECCIÓN
TEXTOS AMBITO EPISTEMOLÓGICO PARA ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN Y SÍNTESIS BASES
PARA LAS PRUEBAS SABER
Epistemológico:
Se
evalúan los grandes interrogantes en torno al conocimiento y las
interpretaciones y respuestas que de éstos han dado los filósofos más destacados
a través de la historia. Contempla las concepciones más significativas sobre la
verdad, la razón, el origen y la esencia del conocimiento, y las relaciones
entre pensamiento, lenguaje y mundo, entre otros aspectos. Así mismo, tiene en
cuenta aspectos centrales del saber científico, como el problema del método, la
verdad y la objetividad, así como las relaciones entre ciencia, técnica y
sociedad.
EPISTEMOLOGÍA
DE MODERNA
ASPECTOS
GENERALES
Una de las principales diferencias entre el
empirismo y el racionalismo radica en que el empirismo busca fundamentar el
conocimiento en la experiencia sensible. Para esta concepción, lo determinante
es la realidad externa al sujeto. En el planteamiento empirista el conocimiento
adquirido debe ser fiel reflejo de la realidad, porque un conocimiento instintivo o innato no puede ser el fundamento del
conocimiento científico.
El racionalismo y el empirismo son dos
corrientes epistemológicas características de la época moderna. En el
racionalismo prima la intuición racional sobre la intuición sensible, mientras
que en el empirismo la intuición sensible es el principal fundamento del
conocimiento. Se considera que una de las diferencias más importantes entre el racionalismo
y el empirismo consiste en que, para los
empíricos el conocimiento depende de la experiencia, fruto de los datos
suministrados por los sentidos.
Frente al prominente peso que los empiristas
otorgaban a los sentidos en el conocimiento del mundo, se opone la concepción
racionalista que postula la razón como primordial en cuanto a la aprehensión
del mundo. Aunque el racionalismo no descarta totalmente la existencia de
sentidos y el empirismo no puede eliminar completamente el uso de la razón, son
enfoques mutuamente excluyentes, porque las
formas explicativas radicales del mundo son reductivas y dejan por fuera
aspectos primordiales en el análisis.
Mientras que los racionalistas pensaban que
una condición para el conocimiento es la existencia de unas ideas innatas, los
empiristas afirmaban que la única condición para que existieran las ideas es la
experiencia y la sensación. Así, se puede afirmar que tanto empiristas como
racionalistas consideraban que los seres
humanos se representan el mundo gracias a las ideas.
La tradición filosófica moderna, cuando
define al hombre como animal racional, lo hace basándose en la creencia de que
la razón es una facultad que le ha dado la naturaleza al ser humano, al igual
que le dio sus manos o su cerebro. Sin embargo, es posible argumentar que la
racionalidad no es una facultad natural sino una creación artificial del ser
humano, ya que la tendencia natural del
hombre consiste en distraerse para no tener que pensar.
Observe los siguientes diagramas:
Los
diagramas anteriores representan dos formas de entender la relación entre las
proposiciones sobre el mundo y las proposiciones verdaderas. De acuerdo con
estos se deduce que en el diagrama 1 se
dice que todas las proposiciones verdaderas son proposiciones sobre el mundo y
en el diagrama 2 se dice que todas las proposiciones sobre el mundo son
proposiciones verdaderas.
El escepticismo moderno, que desconoce la
posibilidad absoluta del conocimiento, va generalmente acompañado del
solipsismo que considera el yo individual y sus estados como único punto de
partida legítimo de toda construcción filosófica del conocimiento. De acuerdo
con lo anterior se puede deducir que en la modernidad 1. El problema epistemológico del conocimiento auténtico tiene una
solución predominantemente escéptica. 2. El método del conocimiento genuino
debe partir del yo individual y de sus particularidades.
Las corrientes epistemológicas racionalista y
empirista se oponen entre sí; pero, donde quiera que haya antagonistas, siempre
habrá quienes intenten mediar entre ellos. El intelectualismo es uno de esos
intentos de mediación. Así, si el empirismo considera a la experiencia como
fuente y base de todo conocimiento, y el racionalismo considera al pensamiento
como fundamento del conocimiento, el intelectualismo sostiene que existen juicios lógicamente necesarios y
universalmente validos derivados de la experiencia.
El apriorismo media epistemologicamente entre
el racionalismo y el empirismo al considerar a la experiencia y al pensamiento
como orígenes del conocimiento. Para esta corriente, el conocimiento presenta
elementos a priori formales que reciben su contenido de la experiencia. De
acuerdo con lo anterior, es un principio del apriorismo los conceptos sin las intuiciones están vacíos; las intuiciones sin los
conceptos están ciegas.
El problema epistemológico sobre
la naturaleza de la verdad encuentra una de sus posibles soluciones en la
doctrina denominada teoría de la correspondencia, que concibe la verdad como
relación concreta entre la proposición y su objeto. Se puede concluir que para
esta teoría, la verdad es la identidad
total entre el sujeto que conoce y el objeto conocido.
RENE DESCARTES
Para Descartes el error no sólo está en la
intervención de la voluntad que lleva al entendimiento a juicios apresurados,
sino está en los sentidos que pueden presentar una imagen falsa de la realidad.
Por lo tanto, se podría pensar que Descartes propone un olvido total del
hombre. Sin embargo, Descartes neutraliza esta lectura de su planteamiento al
afirmar que el hombre debe suspender el asentimiento
hasta que el entendimiento vea con claridad y distinción la idea que se le
presenta.
Según Descartes el hombre tiene dos medios
para diferenciar un conocimiento verdadero de un conocimiento falso. En primer
lugar cuenta con el entendimiento donde sólo se conciben las cosas que se
pueden afirmar o negar. En segundo lugar tiene la voluntad, pues ella es la
facultad libre que tiene el hombre de juzgar o de elegir qué conocimiento es
verdadero o falso. De lo anterior se deduce que el entendimiento y la voluntad participan en el acto de conocer en la
medida en que estos elementos conducen al hombre a las certezas, la
posibilidad que tiene la voluntad de elegir lo verdadero de lo falso lleva al
hombre a juzgar erróneamente un conocimiento.
Descartes se pregunta en las Meditaciones
Metafísicas por el conocimiento de la realidad. Según él, es posible que los
sentidos nos engañen y las creencias acerca del mundo sean falsas. Para
explicar ésto, recurre al argumento del sueño: es posible imaginar que todas
las creencias acerca del mundo sean producto de un sueño y como no se puede
establecer una diferencia definitiva entre soñar y estar despierto, se debe
concluir que las creencias acerca del mundo no son confiables porque las
experiencias soñadas son similares a las experiencias en la vigilia. Según esto
es un error fundamentar el conocimiento
en la sensación y las creencias que se sustentan en los sentidos son falsas.
En el proceso de conocimiento seguido por
Descartes, se encuentra que podemos estar engañados sobre lo que consideramos
verdades, pues podría haber un geniecillo maligno que nos hiciera creer que las
matemáticas son verdaderas y precisas sin que lo fueran. Por lo tanto, todo
nuestro conocimiento y nuestra existencia perderían seguridad. Sin embargo,
este obstáculo en el conocimiento lo podemos superar si siguiendo a Descartes
planteamos la existencia del Yo como
garantía de conocimiento.
Para llegar al plano de las verdades
objetivas, Descartes afirma que es indispensable tomar una actitud radical
frente a todo lo que se da por aceptado. La duda es el método por excelencia
para llegar a un conocimiento verdadero y seguro. Una de las razones por las
cuales Descartes piensa que la duda es un método seguro para alcanzar verdades
claras y distintas es que dudando de
todo se puede llegar a una verdad evidente, firme y definitiva que se
resistiría a la duda.
El proyecto de Descartes se basa en la
necesidad de crear un nuevo método que le permita alcanzar ideas claras y
distintas con las que se pueda crear una nueva ciencia, rechazando cualquier
conocimiento que dé lugar a la duda. De esta forma, busca establecer las bases
firmes para el conocimiento humano. De lo anterior se deduce que el método
consiste en buscar conocimientos
verdaderos que permitan la construcción de una ciencia segura.
En sus Meditaciones Metafísicas, Descartes se
enfrenta al problema de la duda generalizada sobre el conocimiento. Si es
posible dudar de todo, es posible incluso dudar que se está pensando. Sin
embargo, esto resulta contradictorio porque el mismo proceso de duda es un acto
de pensamiento. Así, aunque los sentidos nos engañen y no podamos saber si lo
que percibimos es la realidad, podemos tener la certeza indudable de que
estamos pensando. A partir de lo anterior, Descartes pasa a probar la
existencia del sujeto pensante, pues si hay pensamiento debe haber un sujeto
que piense y no puede haber pensamiento sin sujeto. Por lo tanto, si pienso
entonces existo. De esta forma el método
de la duda permite encontrar los fundamentos del conocimiento.
Descartes en su búsqueda de la verdad
considera necesario crear una moral provisional que le permita vivir en
sociedad mientras sigue su camino reflexivo. De esta forma plantea desde el
conocimiento, ciertas máximas para guiar su camino, la primera de las cuales
muestra la necesidad de seguir las leyes y costumbres de su país, así como las
creencias religiosas. De lo cual se deduce que Descartes desarrolla su método en lo concerniente al conocimiento antes
que en lo concerniente a la acción.
Descartes afirma que en la construcción del
conocimiento es necesario utilizar correctamente la razón, dejando de lado los
sentidos, porque casi siempre se apartan de la realidad y conducen a equívocos.
De acuerdo con este planteamiento se puede afirmar que los datos empíricos deben ser abolidos del proceso del conocimiento.
Según Descartes, existen dos formas
fundamentales de existencia: la sustancia extensa, de carácter corpóreo, y la
sustancia pensante, puramente espiritual. En el ser humano estas dos formas se
manifiestan como dualismo entre el cuerpo y el alma. Este dualismo es sumamente
problemático porque con base en el resulta muy difícil explicar como hace el alma incorpórea para
relacionarse con los órganos sensoriales del cuerpo y de que modo el cuerpo
reacciona ante los estímulos de una voluntad inmaterial.
Según Descartes el hombre tiene
dos medios para diferenciar un conocimiento verdadero de un conocimiento falso.
En primer lugar cuenta con el entendimiento donde sólo se conciben las cosas
que se pueden afirmar o negar. En segundo lugar tiene la voluntad, pues ella es
la facultad libre que tiene el hombre de juzgar o de elegir qué conocimiento es
verdadero o falso. De lo anterior se deduce que la posibilidad que tiene la voluntad de elegir lo verdadero de lo falso
lleva al hombre a juzgar erróneamente un conocimiento y entendimiento y la
voluntad participan en el acto de conocer en la medida en que estos elementos
conducen al hombre a las certezas.
BLAISE PASCAL
Escribe Pascal: .Dado que no podemos ser
universales y saber todo lo que es posible saber sobre todo, es preciso saber
un poco de todo. Porque es mucho mejor saber algo de todo que saberlo todo
acerca de una cosa; esta universalidad es lo mejor. Si pudiéramos tener ambas
cosas sería aún mejor; pero al tener que escoger, hay que escoger aquélla.. De acuerdo
con esto, el hombre tiene que escoger como forma de conocimiento aquella que le
permita conocer muchos temas aunque no logre profundizar en ninguno. Tal
actitud es muy aconsejable, porque si un hombre profundiza demasiado en un
único tema y descuida los demás puede
caer en el error de creer que el suyo es el único tema importante que existe en
el mundo y corre el peligro de convertirse en un especialista incapaz de
orientarse en otros temas diferentes.
GOTTFRIED LEIBNIZ
Para Leibniz, es necesario distinguir entre
verdades de hecho y verdades de razón. Estas últimas son llamadas también
verdades necesarias, pues son proposiciones evidentes por sí mismas o que
pueden ser reducidas a otras que lo son. De esta forma, si conocemos el
significado de una proposición de este tipo, inmediatamente sabemos que su
contradicción no puede ser verdadera. Por otro lado, las verdades de hecho no
son necesarias y su contrario puede ser pensado, pues no descansan en el
principio de contradicción, sino que son hipotéticas. De esta forma se puede
decir que la diferencia entre verdades
de razón y verdades de hecho es inexistente y es fundamental separar las
verdades de hecho de las de razón para poderse conducir en el conocimiento.
JOHN LOCKE
Para los empiristas modernos como John Locke,
la mente es como una hoja en blanco sobre la cual se escriben y organizan los
datos provenientes de la experiencia sensible. La organización de estos datos
resulta posible gracias a la existencia de ciertas leyes que permiten asociar
las ideas más simples para formar ideas más complejas. Por lo tanto, para estos
empiristas el conocimiento es un trabajo
conjunto entre experiencia y reflexión.
Locke, al considerar que la mente humana nace
como una página en blanco, permitió que la educación se convirtiera en el medio
por excelencia para hacer progresar a la sociedad, pues según el empirismo, la
razón podría perfeccionarse indefinidamente no sólo en el individuo sino en
toda la humanidad. De acuerdo con esto se concluye que el empirismo influyó necesariamente en los modelos académicos de la
época permitiendo el progreso educacional.
ENMANUEL KANT
Frente a la oposición entre la razón y los
sentidos como fundamento del conocimiento planteada entre racionalistas y
empiristas respectivamente, Kant realiza una nueva lectura en función de los
elementos presentes en la cognición cuando dice .sólo conocemos de las cosas lo
que nosotros mismos ponemos en ellas.. De esta manera supera dicha disputa al invertir la forma de concebir el problema del
conocimiento.
Para Kant, al conocimiento a priori
independiente de la experiencia se le opone el empírico o aposteriori, como un
conocimiento menor en la medida en que no es universal ni necesario. Cuando
pregunta sobre cuál es el alcance del conocimiento a priori, distingue los
juicios sintéticos de los analíticos. Su genialidad se evidencia al postular
los juicios sintéticos a priori mediante los cuales puede construirse una
verdadera ciencia. De esta manera supera la tensión entre racionalismo y
empirismo cuando afirma que 1. Todo lo
que sucede posee una causa y todas las proposiciones matemáticas son juicios
sintéticos a priori. 2. Todas las proposiciones matemáticas son juicios sintéticos a priori.
Frente a las dos corrientes filosóficas
preponderantes en la época moderna, el racionalismo y el empirismo, las cuales
sostenían por un lado, que el conocimiento tenía su base exclusivamente en la
razón, sin contar para nada con la experiencia y por otro lado, que el
conocimiento dependía esencialmente de los sentidos, pues lo que está en la
razón primero ha pasado por los sentidos, Kant afirma que en el conocimiento
juegan un papel importante tanto la razón como la experiencia, puesto que la materia sólo se convierte en objeto
cuando el hombre se relaciona con ella y la materia por sí misma responde las
preguntas que el hombre le plantea.
Según Kant, la relación que se da entre el
entendimiento y la sensación permite hablar de conocimiento, pues ambos
contribuyen de manera específica en la construcción del mismo. Ahora bien, es
precisamente a partir de esta relación que Kant aclara que no se puede conocer
más que el fenómeno, ya que el nóumeno o cosa en sí es incognoscible para
nosotros, porque por medio de nuestra
intuición sensible, sólo tenemos acceso a las apariencias y el conocimiento
científico depende exclusivamente de la intuición sensible.
Para Kant, la tarea fundamental de la
filosofía del conocimiento consiste en establecer los limites dentro de los
cuales puede trabajar la razón pura sin extraviarse en vanas especulaciones
sobre lo incognoscible. Este punto de vista kantiano es de naturaleza netamente
critica porque obliga a la metafísica a
renunciar a su deseo de alcanzar saber absoluto.
Kant realiza una dialéctica del juicio
estético en la cual se puede encontrar la siguiente antinomia: Tesis: el juicio
de gusto no se basa en conceptos, pues si fuera así admitiría discusión y sería
determinable por pruebas y demostración. Antítesis: el juicio de gusto se basa
en conceptos, porque de lo contrario no se podría discutir sobre él. Sin
embargo, el autor resuelve esto al mostrar
que el término concepto es utilizado en distintos sentidos en la tesis y en la
antítesis y por lo tanto, estas no son contradictorias.
ACTIVIDADES
A DESARROLLAR
1. Lea y resuma la guía de
contenido a través de mapas conceptuales, esquemas o cuadros indagando (consultando) extra clase y preguntando las dudas que
surjan sobre las temáticas generales aquí expuestas al profesor preferiblemente
en clase. Referencia para videos,
consulta, diccionarios, etc. página web:
Pensamiento y acción filosófica.
2. Elabore una síntesis de lo que piensan
cada uno de los filósofos sobre el conocimiento en la modernidad según
textos seleccionados, consultas y documentos de la guía.
3. Prepárese para sustentación
individual o grupal a través de conversatorios de todos los contenidos vistos.
4. Presente la prueba saber de finalización del
periodo.
[1] La ciencia de las cosas
suprasensibles es precisamente la metafísica (met£ sobre fusik£ cosa física).
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